En el Islam, la adoración se dirige exclusivamente a Allah, sin asociados ni compañeros.
Los musulmanes sienten un amor inmenso por el Profeta Muhammad (la paz sea con él), siguen sus enseñanzas e invocan su nombre en sus oraciones, pero nunca lo adoran. Él fue un ser humano, un mensajero enviado por Allah, encargado únicamente de transmitir Su mensaje, no de poseer divinidad.
El Corán declara explícitamente:
{Diles: “Yo no soy más que un hombre a quien se le ha revelado que solo deben adorar a Dios, su única divinidad.}
(Corán 18:110, Sura Al-Kahf )
Esto significa que el mismo Muhammad (la paz sea con él) llamó a la gente a adorar solo a Allah, no a adorarlo a él.
Nuestro amor por él (la paz sea con él) no equivale a adorarlo; más bien, refleja nuestra obediencia a sus enseñanzas, ya que él es un mensajero del único Dios verdadero.